jueves, 6 de noviembre de 2008

¡LA LECHE..!

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¡OBAMANÍA, OBAMANÍA, OBAMANÍA, OBAMANÍA..!
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Mientras te haces de rogar - por capricho, por los rincones de mi alma - busco mi pluma de gaviota y un gran papel de barba (y de fumar) para endulzar la espera, para dar lustre al bigote a lo ASnar, a lo Rajoy, a lo doña EsperanZa…

Después, cuando nos reconforten tus palabras - ne te parezca mal -, me ausentaré con toda la familia, me iré de siquiatra al galeno que despacha en el semáforo de la esquina…


¡Obamanía, Obamanía,¡Obamanía, Obamanía..!


La leche y sus derivados. Y algo más. Por si nos queda más tinta en el tintero.


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ManuMar (RIDERRADEIRO):


Tal vez, en su día, te hice llegar esta hoja del 2003. Aunque así sea, te la reenvío por dos motivos:

* Porque hoy me siento especialmente africano: un politico-poeta, con abuelos en Africa Central, llega a la Casa Blanca. Hemos ganado los jóvenes
y los optimistas.

* El próximo año 2009 será el 150 aniversario de la publicación de EL ORIGEN DE LAS ESPECIES (Charles Darwin), y será buena ocasión para investigar nuestras orígenes ancestrales.

Apertas
JG

CORONACION DE EVA MITACONDRIAL

CORONACION DE EVA MITACONDRIAL
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La Navidad 2003 puede ser una excelente ocasión para poner una corona de millones de brillantes (brights) estrellas en la imaginaria cabeza de la Real Eva Mitocondrial. Es una historia? Un ejercicio de imaginación? Un juego matemático? Un hecho científico?... No sé cómo llamarlo. Que cada uno lo califique a su gusto. Supone, eso sí, tiempo y un no pequeño esfuerzo de imaginación, compensado, creo, porque ayuda algo a responder a las clásicas preguntas: quiénes, de dónde, a dónde…. ¡Ahí es nada!!! Perdón, de todos modos, por el abuso.

Esta Reina, la Eva Mitocondrial, pertenece a la línea directa femenina de cada uno de nosotros. Se trata de la mujer que posee la única cualidad de ser el directo, en la línea femenina, y más reciente ancestro de todo homo sapiens que vive hoy.

Los siguientes pasos de razonamiento se apoyan en hechos tan evidentes como que todos tenemos una madre y sólo una.

1.- Mentalmente atrapamos el Grupo A formado por todos los seres humanos que hoy vivimos, desde el recién nacido en Palestina o en la tribu más perdida de la selva hasta el más anciano del planeta.

2.- Cada uno es hijo de una madre. Cogemos el Grupo B formado por todas esas madres. Es el inmenso grupo femenino de las madres de todos los que hoy vivimos, pero mucho más reducido que el anterior. Cada ser vivo tiene una sola madre, pero muchas madres tienen más de un hijo.

3.- Retrocedemos un paso más. El Grupo C está formado por las madres de las madres del grupo anterior. Este grupo es también más reducido que el anterior por la misma razón. Continuamos retrocediendo una generación, formando los grupos D, E, F… y así sucesivamente, cada uno más pequeño que el anterior. Es evidente que en estos grupos no están incluidas todas las mujeres; quedan excluidas todas las contemporáneas de cada grupo que no tuvieron descendencia. El proceso, llevado tan atrás como sea preciso, nos conduce hasta el grupo formado por una sola mujer: como decíamos antes, es el antepasado femenino más cercano y directo de todos los que hoy vivimos en el Globo. Es la madre global más cercana. Es la Reina, la Eva Mitocondrial, porque las mitocondrias de nuestras células pasan sólo a través de la línea materna.

4.- Es dificultoso, de momento, saber dónde y cuándo existió nuestra héroe, pero que existió no se niega. Sí sabemos que tuvo, al menos, dos hijas con descendencia sobreviviente, porque si hubiera tenido una sola hija con descendencia, ésta hija sería la coronada, por ser la más cercana. Para distinguir el título, Eva Mitocondrial, de su nombre propio, alguien la bautizó Amy; nuestra querida y bienamada Amy, la madre fundadora de la línea actual de los humanos que hoy vivimos. Por esto la coronamos retrospectivamente, y brindaremos por ella en Navidad. Seguro que no fue la más fuerte, la más bella, la más fecunda de sus contemporáneas. Tampoco es la primera mujer de la especie Homo Sapiens. Pero el hecho es que si Amy hubiera muerto de hambre o de otra manera en la infancia, como les pasaba entonces a muchos niños, ninguno de los humanos actuales hubiéramos existido. No es descabellado imaginar que debemos la existencia precisamente al abuelo de Amy, que logró salvarla de aquella erupción del volcán africano cuando tenía tres años, porque sabía bien en qué dirección soplaba el viento.

En esta coronación y este brindis, sí podemos participar absolutamente todos los Homo Sapiens de buena voluntad, sabedores al fin de nuestra soledad en medio de la indiferente inmensidad del Universo y de que nuestro destino no está escrito en ninguna parte, pero la luz de las estrellas de la corona de Amy nos hará un poco más libres.

Jesús García; e-mail: jesusgarciafdez@lycos.es

jesusgarciafdez@gmail.com

Madrid, 8 de Diciembre 2003
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