Le sobraba al tordo un dedo,
buscaba el asnar dedal;
pues lo quería enterrar,
como lo suele envainar
el gallo del gallinero,
por el oscuro agujero
por donde ponen el huevo
las gallinas del corral:
-¡Qui--ri-quí…, ca-ra-ca-cá..!
O algo así, más o menos.
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