RIODERRADEIRO dixit.-
Así me gusta, señor Escolar, contantes y sonantes las cuatro verdades del barquero. Y no se nos encoja, hombre, que, a veces, quizá por mimetismo con algún medio adverso, se pudieran malinterpretar sus intervenciones, desde luego, muy a la baja. ¿Qué otra cosa nos queda a quienes hemos nacido con la desgracia de la invisibilidad a cuestas? Para nosotros, el mundo es, resulta, demasiado "ancho y ajeno". Para ellos, un largo Rato de placer y ensueño. La justicia social del reparto equitativo -dicen- pervierte la voluntad de superación y nos hace a todos perezosos. En el desequilibrio está la salvación: Muera yo, ¡que viva don Rodrigo! La caridad, como el pan, no alcanza para todos. Y así debe ser hasta el fin de los tiempos.
Un buen RATO a la espera, ¿o no?